Fundadores de Mariano Arista

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lunes, 13 de enero de 2014

Discreta escuela de fraternidad


El sábado 14 de diciembre abrió sus puertas en un local del Centro Histórico la Respetable Logia Simbólica Pitágoras, perteneciente a una de las dos grandes ramas de la masonería, el Gran Oriente de Francia (la otra es la rama inglesa). En España hay 11 logias de esta rama internacional, dos de ellas en la provincia (la capital y Estepona).

Cerca de cien masones de varias logias asistieron a esta inauguración, que se conoce como el encendido de luces o el levantamiento de columnas, el comienzo de lo que la masonería considera un camino hacia el mejoramiento personal, el conocimiento y la fraternidad.

Una veintena de miembros –hombre y mujeres– tiene ahora mismo la logia Pitágoras, para cuyo nacimiento ha sido necesario un trabajo previo muy intenso y la participación obligatoria de tres maestros masones que han guiado el proceso. Hoy La Opinión habla con los tres. Y se confiesan hastiados de la leyenda negra que en España envuelve todavía la masonería, «una orden discreta, no secreta, nos interesa quitar todo tipo de prejuicios», asegura Lugalo, uno de ellos.

Para este reportaje, los tres deciden no revelar su identidad y emplear el nombre simbólico que cada uno utiliza en la logia: Lugalo, Diderot y Nícolo, este último con el cargo de venerable maestro, la persona al frente de la logia, aunque entre los miembros de la logia rige la igualdad más absoluta. Los venerables maestros, por cierto, pueden ocupar el puesto tres años como máximo, aunque todos los años se someten a una votación. Y algo muy curioso, una vez que han abandonado este cargo pasan a ocupar el más humilde de la logia, el de guardatemplo, una suerte de conserje encargado de abrir y cerrar la puerta.

Pero, ¿no es contradictorio querer dar a conocer la logia, que cuenta con su propia página web (www.logia-pitagoras-godf.org) y mostrarse tan cautos? «En España la reserva es absoluta por la experiencia que hemos tenido», responde Nícolo, mientras Diderot apostilla que todavía hay personas «que siguen opinando y desinformando, de ahí la reserva y discreción pero en ningún momento hay ocultación».

Y si hablamos de motivación, a cada uno le ha movido a entrar en esta institución algo distinto. Diderot, «desencantado por la vida social, política y cultural de la ciudad» y tratando de buscar «respuestas que la sociedad no me da».

A Lugalo le atrajo desde la adolescencia «la idea romántica de la masonería» y la constatación de que lo que entonces se decía de ella en los libros editados por la Iglesia «eran completamente aberraciones», de ahí que quisiera averiguar qué era, «por sus propios medios».

Nícolo, que milita en un partido, notaba que le faltaba algo, y tras muchas lecturas descubrió que la masonería podía llenar ese vacío porque era «una escuela de librepensamiento y formación, una casa muy grande donde caben casi todos menos los extremismos, por eso nos llevamos tan bien unos con otros».

«Es una escuela de librepensamiento, fraternidad y tolerancia», subraya, en la que tienen cabida hombres y mujeres sea cual sea su nivel cultural y económico y con respecto a sus creencias, pueden ser creyentes (como es el caso de Nícolo), no creyentes o ateos. «El Gran Oriente de Francia se plantea que el tema de Dios es algo de índole personal y por lo tanto ni uno tiene que obligar a otro a creer ni el otro hacer que uno deje de creer», plantea.

En el caso de esta logia que acaba de nacer, entre sus miembros hay profesiones muy variadas: técnicos de ascensores, artistas, escritores, catedráticos, cooperativistas...

«Nosotros no exigimos ningún nivel cultural pero que tenga necesidad de aprender y evolucionar, apunta Nícolo.

Requisitos para entrar

Los masones, recuerda Lugano, «no hacemos proselitismo» pero las personas interesadas en entrar pueden contactar con la logia y someterse a varias entrevistas e informes, un proceso que culminará con una votación.

Como líneas básicas, para ser masón son requisitos indispensables, según el ritual, ser una persona libre y de buenas costumbres. «Lo de buenas costumbres no quiere decir mojigato, sino que no sea un maltratador o un traficante de drogas», aclara Lugano. «Nosotros hablamos mejor de ética, y persona libre porque necesitamos que tenga la capacidad para ser ella, que no dependa psicológicamente de otra», precisa Nícolo.

La logia Pitágoras se reúne una vez al mes. ¿Y en qué consisten sus reuniones?: hay debates, lectura de cartas, informes y también estudio, una formación masónica adaptada a los tres grados que tiene la rama francesa de la masonería: aprendiz, compañero y maestro.

Pero hay algo intangible en esta entrevista y que sin embargo los tres maestros masones parecen palpar y saborear: el sentimiento de fraternidad, de sentirse como hermanos en la logia, con unos debates en los que se habla de los asuntos más dispares (la laicidad en el Estado o la eutanasia, por poner dos ejemplos) siempre en unos términos exquisitos en los que no solo hay que levantar la mano para hablar, sino que además, el venerable maestro debe autorizar el turno de palabra para que a su vez lo dé el vigilante de cada grado masónico.

«Inicio un viaje y me acompañan otros hermanos con los que confraternizo, discrepo, hablo, me oriento y me aconsejo y con los que vivo. Es una vida compartida que te lleva a una vida mejor individual. Nuestro ámbito de trabajo más importante es la familia pero sin desdeñar nada. Pero si tu entorno es plácido, agradable y feliz, seguramente tienes posibilidades de extender ese conocimiento que da la masonería a la sociedad», explica Diderot.

Nícolo por su parte describe ese «choque frontal» que le supuso entrar en la masonería «porque te vas dando cuenta de que a lo mejor lo que era fundamental para ti no era fundamental; al final se convierte en una escuela de ciudadanos responsables».

Y el maestro Lugano habla de su pertenencia a esta institución nacida en la Edad Media como un espacio «sin competitividad ni zancadillas, donde me encuentro verdaderamente con hermanos de verdad». La Respetable Logia Simbólica Pitágoras ya está en Málaga, una escuela discreta –que no secreta– de fraternidad universal.

Del tren AVE Barcelona-París y otros sambenitos

Los tres maestros masones sonríen al recordar la interpretación que hacía un medio español del recién inaugurado AVE Barcelona-París: supuestamente sería el resultado de las presiones masonas para que la masonería continental se extendiera más rápidamente por España. No ha sido el caso, subrayan entre risas. «Salvo en determinados supuestos, como un grupo de acción perfectamente reconocido en el Parlamento Europeo, en el 90% de los casos es el propio másón el que traslada sus pensamientos, después mi visión la comparto y si me preguntas en la calle, doy mi opinión pero no es eso de que la masonería controla el mundo o los gobiernos», aclara Nícolo. Los masones, como otros colectivos, sí envían informes con las reflexiones de sus talleres a instituciones aportando su punto de vista sobre problemas, proposiciones de ley o asuntos de interés general.

Fuente: Agencias.